LA BONDAD HACIA UNO MISMO

Cuando empiezas a contactar con tu corazón o a dejar que otros contacten con él, empiezas a descubrir que no tiene fondo, ni final, que es enorme, inmenso e ilimitado. Empiezas a descubrir cuánto calor, delicadeza y espacio hay en su interior.

Tal como yo la concibo, la compasión hacia uno mismo abarca tres elementos fundamentales.

En primer lugar, requiere bondad hacia uno mismo, ser amable y comprensivo con uno mismo en lugar de crítico. En segundo lugar, es necesario que reconozcamos nuestra humanidad en común, sentirnos conectados con los demás en la experiencia de vivir y no aislados y alienados por el sufrimiento. En tercer lugar, requiere atención plena o mindfulness, vivir nuestra experiencia conscientemente y no ignorar el dolor ni tampoco exagerarlo. Debemos conseguir y combinar estos tres elementos esenciales para llegar a la auténtica compasión hacia uno mismo.

¿Cómo es el camino de la bondad hacia uno mismo?

La cultura occidental otorga mucha importancia a la idea de ser buenos con los amigos, los familiares y los vecinos que lo pasan mal. No ocurre lo mismo cuando se trata de nosotros. Cuando cometemos un error o fracasamos en algo, tendemos a maltratarnos en lugar de pasarnos un brazo por los hombros en señal de apoyo. Sobre todo si creemos que consolarnos de esa manera es una idea absurda. Aunque nuestros problemas se deban a fuerzas que escapan a nuestro control, la bondad hacia uno mismo no suele ser una actitud valorada en nuestra cultura. En algún momento nos hicieron creer que los individuos fuertes tienen que mantener en silencio su propio sufrimiento.

Por desgracia, esas actitudes nos despojan de uno de nuestros mecanismos de defensa más poderosos para hacer frente a las dificultades de la vida. La bondad hacia uno mismo, por definición, consiste en dejar de juzgarse y de emitir comentarios internos denigrantes, algo que la mayoría de nosotros llegamos a considerar normal. Requiere que entendamos nuestros puntos débiles y nuestros fracasos en lugar de condenarlos. Es necesario que nos demos cuenta de hasta qué punto nos hacemos daño con la autocrítica constante, para así poner fin a nuestra guerra interna.

La bondad, no obstante, implica algo más que dejar de juzgarnos.

Consiste en consolarnos activamente, respondiendo tal como lo haríamos ante un buen amigo con dificultades. Significa que nos demos permiso para conmovernos emocionalmente ante nuestro propio dolor y que hagamos un alto para decir: «La situación es muy difícil. ¿Cómo puedo cuidarme y consolarme en este momento?». Con la bondad hacia nosotros mismos apaciguamos nuestra mente atormentada. Nos regalamos paz, calor, amabilidad y empatía a nosotros mismos para que pueda producirse una auténtica curación.

Y si nuestro dolor se debe a un error, es el momento preciso de brindarnos compasión a nosotros mismos.

En lugar de maltratarnos sin piedad cuando fallamos, aunque se trate de un error espectacular, tenemos otra opción. Podemos reconocer que todo el mundo se equivoca de vez en cuando y tratarnos con amabilidad. A lo mejor no supimos dar el paso correcto, pero lo intentamos, y los fracasos forman una parte inevitable de la vida. Una parte muy respetable, para ser exactos.

El segundo componente fundamental de la compasión hacia uno mismo es el reconocimiento de la experiencia humana común. Reconocer que nuestras vidas están interconectadas por naturaleza (de hecho, lo están con la vida misma) nos ayuda a distinguir la autocompasión de la simple aceptación o del amor hacia uno mismo. Aunque la aceptación y el amor hacia uno mismo son importantes, por sí solos están incompletos. Les falta un elemento esencial: las personas que nos rodean. Por definición, la compasión tiene que ver con las relaciones.

Literalmente, compasión significa «sufrir con», lo que implica una reciprocidad básica en la experiencia del sufrimiento. El sentimiento de compasión surge del reconocimiento de que la experiencia humana es imperfecta. ¿Por qué otra razón diríamos «Es humano» para consolar a alguien que ha cometido un error? La compasión hacia uno mismo enaltece el hecho de que todos los seres humanos somos falibles, de que las decisiones erróneas y los sentimientos de arrepentimiento son inevitables por mucha fuerza que tengamos.

Cuando estamos en contacto con nuestra humanidad común, recordamos que los sentimientos de inadaptación y decepción son compartidos. Esto es lo que diferencia la compasión hacia uno mismo de la pena por uno mismo. Si esta última actitud equivale a pensar «Pobre de mí», la compasión nos recuerda que todos sufrimos y nos ofrece consuelo porque todos somos humanos. El dolor que siento en momentos de dificultad es el mismo que tú sientes cuando las cosas no te van bien. Los desencadenantes son distintos, las circunstancias son distintas, el nivel de dolor es distinto, pero el proceso es el mismo.

Cuando nos obsesionamos con los aspectos no deseados de nuestra vida, nos sentimos asustados y enfadados. La indefensión y la frustración por nuestra incapacidad para controlar las cosas (para conseguir lo que queremos, para ser quienes queremos ser) se apoderan de nosotros. Nos quejamos por todo y nos aferramos a nuestra visión estrecha de cómo deberían ser las cosas. Todos y cada uno de los seres humanos estamos en el mismo barco. Lo más hermoso de reconocer este hecho fundamental de la vida (el rayo de esperanza, por así decirlo) es que nos proporciona una visión profunda de la condición humana que todos compartimos.

El tercer elemento clave de la compasión hacia uno mismo es la atención plena o mindfulness. Este concepto hace referencia a la visión clara y la aceptación sin críticas de lo que ocurre en el momento presente. En otras palabras, afrontar la realidad. La idea es que debemos ver las cosas tal como son, ni más ni menos, con el fin de responder a nuestra situación actual de la manera más compasiva (y, por tanto, eficaz).

DEJAR DE CENTRARSE EN EL SUFRIMIENTO, para darnos compasión a nosotros mismos tenemos que empezar por reconocer que estamos sufriendo. No podemos curar lo que no sentimos. Como ya he mencionado, nos cuesta reconocer los sentimientos de culpa, los defectos, la soledad, etcétera, como momentos de sufrimiento a los que podemos responder con compasión. Cuando te miras al espejo y llegas a la conclusión de que eres demasiado bajo o tu nariz es muy grande, ¿te dices inmediatamente que el sentimiento de ser imperfecto resulta doloroso y merece una respuesta cariñosa? Cuando tu jefe te llama a su oficina y te dice que tu rendimiento está por debajo de la media, ¿tu primer instinto es consolarte por tener que enfrentarte a esa experiencia difícil? Probablemente no.

No cabe duda de que sentimos dolor por no alcanzar nuestros ideales, pero nuestra mente tiende a centrarse en el fracaso y no en el dolor que ese fracaso nos provoca. Y son dos cosas totalmente diferentes. En cuanto vemos algo de nosotros mismos que no nos gusta, nuestra atención se ve absorbida completamente por aquellos aspectos de nosotros mismos que consideramos defectos. En ese momento nos falta la perspectiva necesaria para reconocer que nuestro sentimiento de imperfección nos provoca sufrimiento (y mucho menos respondemos con compasión hacia ese sufrimiento).

Y no solo ignoramos el dolor de la imperfección personal. Somos sorprendentemente bruscos con nosotros mismos cuando las circunstancias externas de nuestra vida van mal y no es debido a ningún error que hayamos cometido. Imagina que tu madre cae muy enferma, o que vas conduciendo por la autopista y otro vehículo golpea al tuyo por detrás. La mayoría de las personas, aunque no se culpen por sus circunstancias, en estas situaciones tienden a adoptar inmediatamente el «modo» de resolución de problemas. Invertimos enormes cantidades de tiempo y energía gestionando la crisis, organizando citas con médicos, llamando a las aseguradoras, etcétera. Aunque son cosas necesarias, también es muy importante reconocer que esas experiencias nos exigen mucho emocionalmente. Debemos detenernos para tomar aliento, y reconocer que estamos atravesando un momento difícil y que nuestro dolor merece una respuesta amable y afectuosa. Si no lo hacemos, nuestro sufrimiento no recibirá la atención necesaria y los sentimientos de estrés y preocupación aumentarán. Nos arriesgamos a llegar al límite, agotados o sobrepasados por las circunstancias por haber invertido todas nuestras energías en intentar solucionar problemas externos sin recordar que también debemos cuidarnos por dentro.

No es de extrañar que ignoremos nuestro dolor con tanta frecuencia, teniendo en cuenta que estamos programados para evitarlo. El dolor señala que algo va mal, y entonces se desencadena nuestra respuesta de lucha o huida. Es como si el dolor gritara: «¡Atención, hay un problema! ¡Sal de ahí ahora mismo! ¡Peligro!».

Debido a nuestra tendencia inconsciente a apartarnos del dolor, puede resultar extremadamente difícil enfrentarnos a él cara a cara, aceptarlo tal como es. Por eso, muchas personas se cierran a sus emociones. Es algo muy natural.

No puedes detener las olas, pero puedes aprender a surfear. Seguimos conectada/os! Un abrazo de alas !🦋.

Girl feeling great in soft cozy sweater during chilly weather hugging herself and smiling from comfort and delight close eyes, enjoying warm outfit on cold fall evening over gray background.

 🦋Si te ha gustado este contenido, dale me gusta y sígueme! 😊 Además usa los botones abajo para compartir con tus amigos en las redes sociales! 💕

Si quieres dejar tu opinión, recuerda que siempre sea de firma positiva y con respeto. Por el contrario, cualquier opinión agresiva, conductas o expresiones que vayan en contra del respeto, la dignidad, o constituyan injurias o calumnias será bloqueado, y denunciado a las Autoridades conforme a lo previsto artículo 208 del Código Penal Español. El delito de injurias se prevé una pena de multa que oscila entre 3 y 14 meses y para las calumnias la pena será de prisión de 6 meses a 2 años o multa de 6 a 24 meses.

Leave a Reply

Fill in your details below or click an icon to log in:

WordPress.com Logo

You are commenting using your WordPress.com account. Log Out /  Change )

Twitter picture

You are commenting using your Twitter account. Log Out /  Change )

Facebook photo

You are commenting using your Facebook account. Log Out /  Change )

Connecting to %s