Imagínate haber nacido en 1900. Cuando tienes 14 años comienza la Primera Guerra Mundial y termina cuando tienes 18 con 22 millones de muertos. Una gripe llamada ′”española” mata a 50 millones de personas. Luego a los 29 años sobrevives a la crisis económica mundial que comenzó con el colapso de la bolsa de Nueva York, provocando inflación, desempleo y hambre. A los 33 años los Nazis llegan al poder. Cuando tienes 39 años cuando comienza la Segunda Guerra Mundial y termina cuando tienes 45 Durante el Holocausto (Shoáh) mueren 6 millones de judíos.
Eso sin mencionar que, entre medias, hemos visto guerras entre Corea, Vietnam, Afganistán, y más recién la de Rusia contra Ucrania. No obstante, un chico hoy en día piensa que sus abuelos o sus padres no tienen idea de lo difícil que es la vida, o piensan que es el fin del mundo cuando su paquete de Amazon tarda más de dos días en llegar. O peor aún, pueden pasar un mal día o llenarse de ansiedad cuando no consigue un número esperado de “likes” o el alcance esperado en su última publicación de Facebook o Instagram.
Aunque esto último, está afectando a muchos, y no necesariamente son jóvenes de edad.
Lamentablemente es común ver las personas conectar con el ego, el reconocimiento exterior, la necesidad de proyectar una imagen y un estilo de vida de lo que esperan los demás, llegando a distorsionar sus propias vidas.
Otros sufren problemas de autoestima y muchos otros desarrollan una adición, ya no solo por las horas en el consumo de la propia red social, sino por la conducta o la satisfacción que generan los “likes” tras subir una fotografía o reels.
Razón por la que se han abierto investigaciones sobre muchas plataformas y por el daño a la salud mental.
Para despedirme, por tu salud mental, te invito a reconducir tu concepto de aceptación / felicidad. La felicidad no está afuera de ti mismo. De ahí que puede que te hayas conformado con sucedáneos como el placer o la excitación que te proporciona el consumo materialista, los triunfos profesionales o el entretenimiento. Sin embargo, la felicidad no tiene nada que ver con el bien-tener, sino con el bien-estar. Es decir, con la sensación interna de estar bien contigo mismo, independientemente de cómo sean tus circunstancias externas y lo que piensen los demás. Un abrazo de alas!

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