Lo invisible penetra lo visible

Para quien sabe mirar, nada existe que sea milagroso en el sentido que suele darse a lo maravilloso; la Creación misma, en cada una de sus formas, ya es en sí misma milagrosa y no es necesario acudir a lo invisible para que el asombro nos alcance, porque, si sabemos mirar, lo perceptible encierra en sí mismo el misterio de lo imperceptible. Si sabemos mirar…

Si sabemos mirar, se suscita en nosotros la reacción de asombro al poder verificar el milagro encerrado en cada forma. Cada forma, si bien se mira, es capaz de revelar su propio misterio escondido. Lo extraordinario está en la profundidad de lo ordinario…

Todo aquello que nos rodea nos responde en función de lo que somos… Todo es cuestión de saber mirar la existencia, las personas y los objetos en la vida cotidiana como dijo Albert Einstein “Solo hay dos maneras de vivir tu vida. Una, como si nada fuera un milagro. La otra, como si todo fuera un milagro”.

La vida cotidiana es un campo de ejercicio, en cada forma ordinaria, en cada instante, se nos brinda la presencia de lo milagroso y de Dios… Para ello debes estar atento para contemplarlos, pero a veces no es fácil, por lo que para ello te doy cinco (5) tips 😊:

Entrégale tus preocupaciones a Dios

Cuando te quedas con tus preocupaciones en tu interior, se ulceran dentro de un recipiente cerrado, volviéndose cada vez más oscuras y grandes hasta que te acosan con un estrés incesante. Entonces, en ese preciso instante entrégaselas a Dios!

La sabiduría divina infinita contiene todas las soluciones. Hasta las situaciones más aparentemente desesperadas se resuelven pacíficamente cuando se las entregas al cielo, porque para cada problema posible, ya se ha creado una solución.

En el cielo no hay problemas reales, todo es pacífico, armonioso y sano. Cuando giras tu mente hacia el cielo, te conectas con esta verdad y la experimentas por ti mismo. Toda preocupación o dificultad es un recordatorio de tornarnos hacia el amor del Padre…, es una oportunidad de escoger la paz y la serenidad en vez del estrés y la tensión.

Habla con los ángeles

Háblales, llámalos y ELLOS responderán a todas tus oraciones y solicitudes de ayuda. Aunque puede que no veas ni sientas su presencia, ellos siempre están a tu lado. Cuando les hablas, abres la puerta a la conexión angelical. No importa de qué manera te comuniques, ya sea por medio de la escritura, de la palabra o de tus pensamientos… por supuesto, también tendrás que ver que estás pidiendo, siempre deberá ser para bien de todos los implicados…

Agradece al universo

El universo es la energía magnificada en cada forma de vida. Eres una extensión de este poder y un reflejo perfecto de Dios. Tu gratitud existe en la misma longitud de onda que la del universo, y por esta razón te conectas con este flujo y te aseguras que sigas teniendo experiencias que inspiren tu agradecimiento. Puedes empezar por bendecir tus alimentos, el acto de agradecer tus comidas es una tradición ancestral que se remonta a los primeros días de la humanidad.

Conéctate con Dios en todo lo que haces

Cuando eras niño, te sentías muy orgulloso cuando hacías algo por ti mismo, y la autosuficiencia sigue siendo una fuente de alegría para ti. Estás eternamente conectado a la Divinidad, la separación existe solamente en tu mente. El amor, la sabiduría y la abundancia infinita del cielo están disponibles para ti continuamente cuando así lo solicites…, tu libre albedrío evita que Dios se imponga ante ti. Recuerda que lo único que tienes que hacer es conectarte en cada cosa que haces y en cada decisión.

Cambia la preocupación por la fe

Si piensas en los momentos en que te has preocupado, verás cómo esos miedos se materializaron. Generalmente el tiempo, la energía y las emociones malgastadas en la preocupación, exceden por mucho a cualquier problema real que pueda surgir. Hoy, invierte tu tiempo en la fe la cual es una forma mucho más valiosa de usar tu energía. Todos tenemos derecho a preocuparnos, y de hecho, no recomiendo ignorar este sentimiento. Lo que te recomiendo es como dije antes entregar tus preocupaciones a Dios, y tener fe. Y fe, es eso, tener la certeza de lo que no se ve, y es allí donde nuevamente lo invisible penetra lo visible.

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