Muchas personas gastan su vida haciendo cosas que no los llenan para llamar la atención o satisfacer a otras personas a su alrededor. Sin embargo, nada de lo que hagan les proporcionará placer. A veces, sin darnos cuenta, caemos en la rutina diaria, acabando con los pocos momentos de reencuentro que podemos tener con nosotros.
En muchas ocasiones sabemos que estamos huyendo de tomar decisiones, a veces no la tomamos por desconocimiento, otras por miedo, otras por la posibilidad de equivocarnos, en ocasiones porque buscamos aprobación y soluciones externas, cuando tenemos que encontrarlas dentro de nosotros mismos.
Si le sumamos nuestro estresante ritmo de vida, la escases de valores que estamos viviendo y hasta la actual crisis pandémica, nos damos cuenta que hemos perdido la conexión con nuestro “yo” interior.

Encontrarse con uno mismo requiere de espacio. Debes concederte el espacio y el tiempo que necesitas; conectar con tu grandeza; reconocer tus miedos; comprometerte con el cambio, buscar el verdadero significado de la vida, de encontrarse con uno mismo, vivir el aquí y el ahora; y por supuesto, ser agradecido por la vida.
Conectarse con el yo interior significa aceptarse plenamente; ponerse en valor; tener confianza; reconocer nuestro propósito de vida, y tener conciencia de todo lo que hacemos; lo que posteriormente nos traerá satisfacción plena y una vida equilibrada; serena; llena de alegría o de energía positiva.
Recordemos que el secreto para lograrlo está en seguir tus sueños, escuchar los deseos de tu corazón y despertar para hacer aquello a lo que estás destinado. Es conectarse con la misión de vida y los deseos más profundos.
Busca ese punto común en el que hagas algo que te apasione, tengas capacidades, aportes valor y estarás en el camino. Vivir así es mucho más placentero. Si no lo haces, no importa cuánto dinero ganes; cuánta gente te quiera; los títulos que tengas, ni siquiera lo que hayas conseguido a lo largo del tiempo, porque siempre te sentirás incompleto.
¿Quién no ha sentido alguna vez que las esperanzas se acaban? Cuando nuestros objetivos no se cumplen, cuando sentimos que no estamos en el sitio que queremos estar, que el camino que deseamos está lejos, nos preguntamos: ¿Cómo recuperar la esperanza?; y, lo que es más importante: ¿Qué hago para conseguir lo que quiero?
No es tarea fácil, por eso hay que evitar caer en estados depresivos, de desánimo continuo, de estancamiento.
La esperanza es un factor fundamental, si nos mantenemos esperanzados, si alimentamos nuestra esperanza, tendremos deseo de luchar, ánimo para afrontar las actividades cotidianas, tendremos el deseo de seguir adelante cuando las fuerzas nos abandonan y, por su puesto, tendremos la voluntad necesaria para no renunciar a nuestros sueños por muy difícil que sea el camino.
Además de la esperanza, también les invito insistir y persistir, manteniendo siempre nuestra fe, ser perseverantes es una de las formas incluso de tener respuesta a nuestras oraciones, a nuestra necesidad, a nuestro sueño, para ello, les dejo la historia descrita en Marcos 7:24-30, relativa a la fe de la mujer cananea:
“Levantándose de allí, se fue a la región de Tiro y de Sidón; y entrando en una casa, no quiso que nadie lo supiese; pero no pudo esconderse. Porque una mujer, cuya hija tenía un espíritu inmundo, luego que oyó de él, vino y se postró a sus pies. La mujer era griega, y sirofenicia de nación; y le rogaba que echase fuera de su hija al demonio. Pero Jesús le dijo: Deja primero que se sacien los hijos, porque no está bien tomar el pan de los hijos y echarlo a los perrillos. Respondió ella y le dijo: Sí, Señor; pero aun los perrillos, debajo de la mesa, comen de las migajas de sus amos. Entonces le dijo: “¡Oh mujer!, ¡grande es tu fe!”. Por esta palabra, vé; el demonio ha salido de tu hija. Y cuando llegó ella a su casa, halló que el demonio había salido, y a la hija acostada en la cama”.
Entonces, sabiendo que la esperanza conlleva a tener confianza en el presente y una expectativa firme en el futuro, lo cual tiene una relación cercana con la fe, que consiste en mantener el deseo y en la creencia firme en que este se hará realidad. Cuando tenemos fe, se apodera de nosotros la convicción de que nuestro deseo ya ha sido concedido. Creer es la base de la esperanza. Convicción y certeza son el sustento de la fe.
Por ello, desde lo más profundo de mi ser les recomiendo que debéis de tratar de aceptar la situación, en vez de dejar que nos ganen los pensamientos negativos; además, debemos centrar nuestra atención en las soluciones y en los pasos que tenemos que dar para meternos en el camino que queremos.
Reflexiona sobre si lo que estás haciendo es suficiente, de lo contrario, ya sabéis que tenéis que cambiar de estrategia. ¿Qué obtendrás con esto? si estás centrado en encontrar soluciones y en ponerte en marcha con nuevas acciones, estarás en la dirección que te lleve a tu objetivo. Recuerda que cuando hay alguna frustración o algún problema, tendemos a ver las cosas más negativas de lo que son.
A punto de finalizar, te doy unos tips para recuperar las esperanzas en momentos de dificultad:
- Conéctate contigo mismo.
- Ámate sin condiciones.
- Agradece, la vida, tener un techo sobre tu cabeza, un plato de comida, tener salud, tener familia, hay infinidades de cosas por las que puedas agradecer,
- Examínate y acéptate.
- Actúa en forma positiva.
- Mejora tu estado de ánimo: comiendo algo que te guste, haciendo ejercicios, practicando una afición o hobbies.
- Mantén tu dosis de positividad.
- No culpabilices a otros de tu responsabilidad o por las cosas que te pasan
- Busca soluciones y proyéctate hacia el futuro.

Finalmente, insistencia en la oración; mantén tu fe, ya que con fe seras capaz de vencer todas las pruebas y cuando te encuentres contigo mismo y seas quién eres en verdad, no encontrarás tu felicidad: tú serás la felicidad. Seguimos conectadas! Un abrazo de alas !🦋.
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